En Euskal Herria seguimos observando y discutiendo acerca de los procesos que se están desarrollando en Escocia y Catalunya. Hay de todo tipo acerca del quién y el cómo lo están haciendo, porque en la experiencia vasca hacia la emancipación sabemos muy bien qué significa el intento consecuente de llevar adelante el derecho de autodeterminación y ser golpeados duramente por ello.
Ciertamente, desde muchos sectores políticos y sociales de Euskal Herria se cuestiona la capacidad efectiva y real para llevar adelante con éxito el camino soberanista iniciado en Escocia y Catalunya, lo que no quita para que desde nuestro ámbito, apoyemos y deseemos lo mejor para escoceses y catalanes. Triunfen o no, es indudable que han abierto una grieta importante en el entramado imperial de la UE.
“…La conciencia nacional, que no es el nacionalismo,es la única que puede darnos una dimensión internacional.”
F. Fanon
En Euskal Herria seguimos observando y discutiendo acerca de los procesos que se están desarrollando en Escocia y Catalunya. Hay valoraciones de todo tipo acerca del quién y el cómo lo están haciendo, porque en la experiencia vasca hacia la emancipación sabemos muy bien qué significa el intento consecuente de llevar adelante el derecho de autodeterminación y ser golpeados duramente por ello. Ciertamente, desde muchos sectores políticos y sociales de Euskal Herria se cuestiona la capacidad efectiva y real para llevar adelante con éxito el camino soberanista iniciado en Escocia y Catalunya, lo que no quita para que desde nuestro ámbito, apoyemos y deseemos lo mejor para escoceses y catalanes. Triunfen o no, es indudable que han abierto una grieta importante en el entramado imperial de la UE.
En este comienzo del siglo XXI, las dinámicas que se desarrollan en torno a un sentimiento de pertenencia a una comunidad o nación en Europa occidental, han adquirido una fuerza que muchos gobiernos europeos no hubieran querido ni imaginado, hasta la OTAN se ha implicado con pronunciamientos contrarios a los planteamientos independentistas. Y es que es en este escenario, en el mismo corazón del imperialismo, donde se desarrolla el enfrentamiento por el poder de clase y grupos antagonistas. Más revelador resulta en qué línea se posiciona el españolismo ramplante y el jacobinismo francés, dentro y fuera de nuestras fronteras vascas. Se han quedado sin argumentos para combatir las ansias de libertad de los pueblos sin estado en general y de nuestro pueblo en particular. Tanto es así, que incluso se apela abiertamente a la utilización de la fuerza, para frenar los incipientes caminos abiertos hacia las independencias nacionales. La democracia, en este caso, no es plato de buen gusto ni para la alianza anti-vasca hispano francesa.
Sea como fuere, se constata que el deseo emancipatorio nacional es un fenómeno presente en la historia, en todo el planeta y que no está ligado a un modo de producción particular pues corresponde a una necesidad vital: la identidad y el sentimiento de pertenencia que lo acompaña y que tiende a convertirse en Razón. Las palabras de Argala adquieren ahora mayor significado aún: “los trabajadores vascos no somos españoles ni franceses, sino única y exclusivamente vascos, y que lo que nos une con ellos no es la pertenencia a una misma nación sino a una misma clase"
Dicho esto la lección es clara: todo proyecto de transformación social, por rupturista que sea, que no tenga en cuenta esto, está irremediablemente abocado al fracaso. Que tomen nota todas aquellas organizaciones revolucionarias que no asumen como propias las luchas de liberación nacional, empezando por la vasca.
Muchos sectores del movimiento obrero y sus organizaciones nunca entendieron la cuestión de la conciencia nacional. Hay que recalcar que el movimiento obrero se construyó en la segunda parte del siglo XIX y principios del XX, un período en el que se consolidaba la construcción del estado-nación. El nacionalismo que se expresaba entonces era esencialmente portador del chovinismo, de racismo y de guerra. El movimiento obrero y sus organizaciones se fraguaron contra esos valores y no podían hacer otra cosa que rechazar violentamente y con toda la razón ese nacionalismo. Pero hay que decir también que, el mismo movimiento obrero, se forjó en el seno del imperialismo. De esta forma se asumió que el modelo correcto a seguir de obrero era el europeo y americano, excluyendo cualquier otra forma de entendimiento de la realidad objetiva. Instalados en esta lógica, el internacionalismo proferido por gran parte del movimiento obrero y sus organizaciones ha sido, en muchas ocasiones, negador del hecho nacional, lo que ha contribuído a fortalecer los efectos perversos del nacionalismo que ha sabido aprovechar la cuestión identitaria para fortalecer sus posiciones reaccionarias.
Hoy más que nunca, la voluntad política nacional y de clase, consciente y enfocada hacia la lucha emancipatoria es la única garantía de futuro. Trasladado a Euskal Herria, nuestros enemigos nacionales y de clase quisieran un Pueblo Vasco sin memoria, sin recuerdos y sin capacidad de reclamar sus cuentas pendientes. Hay que recordar que un pueblo sin pasado no tiene dónde sostener su futuro. Enfrente, para impedir nuestra libertad, tenemos la mayor densidad europea de fuerzas represivas por habitante y por kilómetro cuadrado. Un despliegue policial y militar que se ha encargado de sostener a las clases dominantes regionalistas representadas en el tandem PNV-UPN. Fuerzas políticas que intentan disimular la verdad del enfrentamiento que acontece en Euskal Herria.
El momento actual de Euskal Herria es incomprensible sin el breve repaso de la historia y de las responsabilidades de las fuerzas políticas en liza. Mirando el panorama político, vemos que todas las corrientes profesionalizadas en el juego electoral rechazan y condenan la violencia clandestina. Pero lo cierto es que todos, tan honorables, tienen sus sótanos llenos de cadáveres escondidos. Por ello, que nadie se llame a engaño.
El 27 de septiembre es un recuerdo para aquellos hombres y mujeres que no se dejaron engañar ni por promesas vacias, ni por estados invasores ni por el capitalismo. De mil formas, de continuo en clandestinidad, enfrentando peligros y penalidades, se levantaron una y otra vez tras cada derrota. Pareciera que su única esperanza fuera estar simplemente en pie, no aceptando la sumisión ni la asimilación.
Euskal Herria lucha para vencer.
EHK (Euskal Herriko Komunistak)