Entonces, como cuatro años más tarde, el oportuno apoyo de los abertzales de izquierda, evitó la toma del parlamento vascongado. Pero la avaricia de la burguesía autóctona no tenía límites y, consintiendo una ley hecha para la concreta exclusión electoral, propició a la postre su propia debacle electoral. La ley de partidos, ideada para excluir a la izquierda abertzale, en el fondo, privaba a la mayoría social vasca de su verdadera representatividad. Solo así, el Imperialismo españolista podía imponer su dominación político- militar y por ende económica, en territorio rebelde. Por fin, el domuit vascones podía hacerse realidad.
Las tropas del general RuGALcaba se aprestan ahora a tomar las últimas posiciones de los rojos y separatistas rebeldes. La propaganda oficial remarca constantemente que el sitio definitivo del territorio vasco ha comenzado tras duros combates de años anteriores. La segunda etapa de la batalla ha comenzado, la toma de Ajuria enea es un hecho incontestable. Victoria anunciada a bombo y platillo que facilitará enormemente las labores de limpieza contra la resistencia en la ciudad.
Son tiempos de combate en las fábricas, en el puesto de trabajo, en las alcantarillas; en las calles contra las imposiciones socio-económicas, barricadas por doquier, ruinas y más resistencia, el desgaste va a ser tremendo. Colaboradores con el Imperialismo no van a faltar.
Todos los datos, desde la óptica del poder, indican que la ciudad está a punto de caer…
Pero la batalla de Stalingrado supuso un punto de inflexión. Contra todo pronóstico fue ahí, a orillas del Volga donde el Ejército alemán fue derrotado por el Ejército Rojo, que sólo unos meses antes parecía estar en las últimas. El Ejército Rojo se enfrentó y derrotó a una de las formaciones militares más grandes y mejor equipadas del Frente del Este en ese momento.
El general Zhukov, consciente de la superioridad alemana optó por una estrategia peligrosa mientras la lucha por la ciudad era encarnizada. Siguió destinando tropas suficientes para asegurar que no cayera en manos de los alemanes por completo y que éstos centraran en ella su atención, mientras él reunía reservas para lanzar una contraofensiva.
La opinión inicial de los alemanes cuando comenzaron la invasión de territorio soviético era de que bastaría con “dar una patada en la puerta y todo el podrido edificio se vendría abajo”. La justificación de tal afirmación se encontraba basada en la lectura que realizaban los líderes nazis de la caída del zarismo y los gobiernos provisionales rusos al final de la Primera Guerra Mundial.
Pero la adaptabilidad del gobierno comunista, la dureza del soldado del Ejército Rojo y la sagacidad con la que sus líderes condujeron la guerra fue toda una sorpresa para los invasores y para muchos observadores.
EUSKAL HERRIKO KOMUNISTAK