Enemigos a las puertas

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Un pueblo vivo es un pueblo activo. En nuestro caso, Euskal Herria existe porque lucha para existir.

Nuestra memoria histórica, nuestra identidad y nuestra conciencia de clase obrera existen porque las generaciones pasadas no dudaron en actuar, en morir o en matar. Su memoria, la consciencia de la propia vida, es nuestra vida, y nuestra lucha es la vida de las generaciones futuras.

Aquellos hombres y mujeres no se dejaron engañar por las promesas de los Estados imperialistas. Tampoco creyeron la retórica de una burguesía regionalista vasco-navarra, dispuesta a vender a sus gentes por un plato de prebendas. De mil formas, de continuo en clandestinidad, enfrentando peligros y múltiples penalidades, se echaron al monte, se insurreccionaron, se levantaron una y otra vez tras cada derrota.

Pareciera que su única esperanza fuera estar simplemente en pie, no aceptar la indignidad de la sumisión, de la asimilación que supondría la desaparición final.

Más que nunca, la voluntad consciente de lucha y de construir una patria vasca y de los trabajadores es la única garantía de futuro.

Mirando el panorama político actual vemos que todas las corrientes profesionalizadas en el juego electoral rechazan y condenan la violencia revolucionaria. Pero lo cierto es que todos ellos, tan honorables, tienen la bodega llena de cadáveres escondidos.

UPN de Navarra debe de cubrir el cordón umbilical que les une a los responsables de los tres mil fusilados y desaparecidos en el verano de 1936. Debe ocultar el lazo de intereses materiales, sostenidos en el tiempo, que le une a los carlistas que durante más de 30 años permanecieron impasibles ante el odio franquista contra Nafarroa y contra todo lo vasco, cuando no colaboraron activamente con él. El estigma de su origen niega a UPN toda honorabilidad política y ética para proclamarse representante de ningún vasco y menos si es del viejo reino navarro.

El PNV no admite que la juventud actual conozca el impresionante cúmulo de mentiras sobre las que descansa su mitología. Son mentiras ocultas por algunas medias verdades, que disimulan su pasado tibio cuando no tenebroso. El PNV prostituye en su beneficio el heroísmo de miles de gudaris de diverso ideario y de distintas corrientes políticas. Envilece la memoria de mujeres y hombres que lo dieron todo, que no dudaron en entregar la vida por reivindicar derechos elementales.

Lo más suave que puede decirse de la dirección del PNV es que contemporizó con el Alzamiento del 18 de Julio. Conocía los preparativos del golpe militar. Dudaba sobre si sumarse a él o dejarlo pasar y no lo denunció ni preparó a sus bases ni al País frente a lo que se avecinaba. Lo apoyó públicamente en Araba y Nafarroa y sólo la sensibilidadpopulista de Jose Antonio Agirre, la honradez de Monzón y de algunas otras figuras, obligaron a adherirse a la movilización activa que las bases del Partido ya habían emprendido en Gipuzkoa y Bizkaia.

El PNV no opuso la menor medida contra el sabotaje descarado de la industria, del esfuerzo de guerra y de las construcciones defensivas, mientras los gudaris morían en el frente, mal armados y peor dirigidos. El PNV tanteaba rendiciones, disimulaba traiciones y los sabotajes internos. Al final, más tarde de lo deseado, se rindió en Santoña mediante un oscuro pacto.

En el exilio posterior, el PNV se opuso al franquismo mientras tuvo a favor el viento internacional. Para ello se sirvió del espionaje de los EEUU con la abnegación de su red clandestina de resistencia.

Pero el PNV, esperando la defenestración del dictador español, reconocido ya por los norteamericanos optó por dormir el sueño de los irresponsables y esperar a que el cadáver de su enemigo pasase por su puerta.

En adelante el PNV, dormido, sólo despertó para desacreditar y enfrentarse a la única resistencia activa en Euskal Herria. Su objetivo obsesivo fue y sigue siendo acabar con ETA, jamás con el Estado imperialista.

Ninguna de estas fuerzas quiere recuperar la memoria histórica vasca. Todas salen perdiendo por sus responsabilidades.

¿Qué se puede decir del PSOE?...es una formación que opera como un arma de doble filo: es un instrumento útil para exprimir a los trabajadores, por lo tanto un arma del capital, y sirve igualmente para desnacionalizar Euskal Herria. Sus actitudes tibias en el pasado y su prepotencia en el Gobierno del estado marcan a las claras cuál es su talante (GAL, ilegalizaciones…). Es incapaz de resolver situaciones históricas de injusticia.

Conocer la historia y los actos de cada fuerza política es un requisito necesario para comprender cómo hemos llegado al caos actual. La indiferencia durante el franquismo, las prisas posteriores por subirse al carro institucional, semejante oportunismo ha sido y es el responsable de cuanto sucede.

Convenientemente atrapados por deudas bancarias, necesitados de poltronas, dinero y lujos, corruptos y podridos hasta la médula de sus conciencias, estos partidos sienten vértigo ante la verdad histórica. Para ellos es una fosa abisal llena de cadáveres y culpabilidades. La extinta Euskadiko Ezkerra (EE) es un ejemplo paradigmático.

Estas fuerzas intentan disimular la verdad del enfrentamiento entre la nación vasca y el Estado imperialista español. De una u otra forma están comprometidas en el conflicto a través de tres claves que definen el presente caótico de Euskal Herria y son

  1. El desarrollo socioeconómico capitalista, en su doble vertiente, interior y exterior.
  2. La estructura militar del Estado español, su ejército como fuerza de choque empeñado en la construcción de la españolidad.
  3. La lucha de clases entre vascos, es decir, el choque entre proyectos nacionales y sociales antagónicos

Las fuerzas políticas antes mencionadas han de encubrir estas constantes históricas pues de admitirlas tendrían que reconocer lo que es obvio: por mandato constitucional la monarquía y el ejército son los garantes últimos del Estado imperialista español y a la vez defensores del sistema capitalista actual.