75 aniversario del fusilamiento de Jesus Larrañaga "Goierri"

Luchadores vascos de ayer y de hoy
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Jesús Larrañaga, Manuel Asarta, Jesús Karrera y Jose Isasa, fusilados por el franquismo

Juan Ramón Garai

Autor de «Celestino Uriarte. Clandestinidad y Resistencia Comunista»

Los que durante la dictadura franquista les torturaron, les juzgaron, les condenaron a muerte y les fusilaron, una vez llegada la democracia nunca tuvieron que dar cuenta de sus crímenes.

Este mes de enero se cumple el aniversario de sus fusilamientos. Los vascos tuvieron un papel muy importante en el Partido Comunista de la posguerra, en la lucha clandestina contra el franquismo: Jesús Larrañaga Churruca, Manuel Asarta Imaz, Jesús Karrera Olaskoaga, José Isasa Olaizola, Jesús Monzón Reparaz, Sebastián Zapiráin, Clemente Ruiz, Celestino Uriarte Bedia, Asensio Arriolabengoa Ibabe, todos ellos, vueltos del exilio a la lucha clandestina al interior, excepto Ruiz, detenidos y torturados salvajemente, los cuatro primeros fusilados. Monzón y Zapiráin condenados a 30 y 20 años de cárcel y Asensio y Celestino los dos con petición del fiscal de pena de muerte. Se salvaron de una muerte segura, al fugarse de las cárceles de Alcalá y Martutene.

Los mismos días en que eran detenidos Larrañaga, Asarta y demás camaradas en Lisboa, el mes de octubre de 1941, la Delegación del Partido Comunista en Francia enviaba a Jesús Karrera Olaskoaga al interior.

Ejerce de Secretario del Partido en el interior. Torturado en la Dirección General de Seguridad, durante cinco meses, 153 días. Los agentes del Cuerpo General de Policía afectos a la Brigada Político Social de Madrid que participaron en su detención e interrogatorio eran: Bernabé Bachiller García, Salvador Guiu López, Roberto Conesa Escudero, Antonio Fernández Arias y Carlos Martín de Ellacuariaga. Todos ellos cumplían órdenes del comisario jefe de la mencionada brigada, Joaquín Gallego Quirós.

Una vez en la cárcel de Alcalá de Henares se preparó una fuga para él y no pudo participar porque estaba en silla de ruedas. Le habían roto las dos piernas.

La propia policía recoge en los atestados: «A pesar de su sistemática negativa en sus declaraciones...», lo que da muestra de su actitud en la DGS y, por lo tanto, de los tormentos que tuvo que pasar.

Jesús Karrera Olaskoaga estuvo incomunicado en la cárcel durante casi tres meses más. Piden informes a su pueblo natal y el alcalde de Hondarribia afirma que era propagandista de izquierda, y que su conducta moral fue buena.

El juicio se celebra el 19 de septiembre de 1944, en Alcalá de Henares, con el coronel Alfredo Mediavilla Garrido al frente del tribunal. Son condenados a muerte Karrera y Alberto Quesada.

El 15 de enero de 1945, Ignacio Cuervo-Arango y González-Carvajal, auditor jefe de la Asesoría del Ministerio del Ejército, se da por enterado de la pena impuesta y se lo comunica al coronel Enrique Eymar, quien ordena la ejecución de la sentencia.

Jesús Karrera, de profesión albañil y nacido en Hondarribia, es fusilado en Alcalá de Henares a la edad de 33 años, a las 7:00 del día 16 de enero de 1945.

Larrañaga y Asarta, tras ser entregados por la Policía portuguesa el 8 de octubre de 1941 y pasar veinte días en manos de la Brigada Político Social, eran encarcelados en la cárcel de Porlier -Prisión Provincial de Madrid-.

Son procesados el día 19 de enero de 1942 y condenados a pena de muerte por los delitos de adhesión a la rebelión y contra la Ley de Seguridad del Estado.

Varios ex guardias de asalto, en ese momento miembros de la Policía Armada, prestan declaración favorable a Asarta y Larrañaga. Así, Enrique Martínez Lañoz y Jesús Caballero Martínez certifican que «encontrándose en San Sebastián prestando sus servicios en la Compañía de Asalto de aquella guarnición el día que empezó el glorioso Movimiento Nacional, se sublevó con la compañía a favor de la causa nacional, haciéndose fuertes en el hotel María Cristina, después de cuya rendición y al salir del hotel los asaltantes rojos quisieron dar muerte a todos los defensores, siendo el primero en caer el teniente Roldán, en cuyo momento vio a Jesús Larrañaga Churruca a quien conocía de vista, el cual recriminó de forma enérgica a los rojos su conducta diciéndoles que había que respetar a los vencidos, logrando que no se cometieran más crímenes en aquel momento». En el mismo sentido declaran Mariano Bueno Cisneros y Aquilino Merino Barca a favor de Manuel Asarta.

Según un informe de la Comandancia de la Guardia Civil de Guipuzkoa de 4 de diciembre de 1941, Manuel Asarta Imaz era de buena conducta personal, de ideología política izquierdista muy avanzada.

El tribunal militar presidido por el coronel Félix Navajas García no tiene en cuenta las declaraciones atenuantes y le condena a pena de muerte.

El 20 de enero de 1942 les notifican la sentencia y el enterado por el jefe del Estado.

Son fusilados a las siete y media de la mañana del día 21 de enero de 1942, en las inmediaciones del cementerio del Este de Madrid. Larrañaga, de Beasain, tenía 39 años, y Asarta donostiarra, 35.

José Isasa, quien había entrado al interior desde Argentina el año 1944, y había sido jefe guerrillero desde 1945, es detenido el 13 de septiembre de 1946 en Madrid. Hasta el 7 de octubre no sale de la comisaría.

Una vez más, el coronel Eymar es quien les toma declaración. El 23 de diciembre de 1946 un tribunal condenó a muerte a Isasa y Yerandi, y el 14 de enero de 1947 fueron asesinados en la tapia del cementerio de Carabanchel. José Isasa Olaizola, Fermín, donostiarra, tenía 46 años de edad.

 Isasa, Larrañaga, Asarta, Karrera y miles de luchadores más lo dieron todo, hasta la vida, por la causa de la libertad de Euskadi, por la República, por una sociedad de personas y pueblos libres.

La aportación de estos hombres y mujeres que persiguieron la nueva sociedad propugnada por el comunismo podría ser, resumiendo mucho, la de haberse erigido en los primeros opositores a la dictadura de Franco.

Los que durante la dictadura franquista les torturaron, les juzgaron, les condenaron a muerte y les fusilaron, una vez llegada la democracia nunca tuvieron que dar cuenta de sus crímenes. Incluso algunos fueron premiados con ascensos.

 

Artículo aparecido en GARA

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DETENCIÓN DE LARRAÑAGA

Debería revisar los libros de Castro y ver si hace algún comentario de las peripecias de su hermano Eduardo, que durante la guerra había dirigido el Banco Exterior de Exportación de Tarragona. Eduardo Castro Delgado llegó a Lisboa procedente de Tampa, Florida, y lo hizo escondido en un buque carguero. Fue en mayo de 1941, y junto a él viajaban Jesús Larrañaga y Manuel Asarta.

Habían sido enviados a Lisboa por la dirección en Méjico del PCE (Vicente Uribe, Pedro Checa y Antonio Mije) para desde Lisboa orientar la reorganización, o reconstrucción del Partido en el interior de España. Las noticias llegadas a Méjico de la labor realizada en España por Heriberto Quiñones y la política independiente del centro que este planteaba daba a su misión un carácter de urgencia que habrían de pagar muy caro. En Lisboa contactaron con el vasco Jesús Gago, el gallego Eladio Barreiro y con Jaime Girabau, cuadro del PSUC durante la guerra y antiguo comisario político de la 30 División. También en Lisboa se unió al grupo Isidoro Diéguez. Éste era la figura más destacada y el responsable político de la estrategia a desarrollar para la reorganización del Partido.

Entre sus objetivos estaba infiltrarse en los órganos directivos de Falange y muy especialmente en la CNS, los sindicatos. Sus enlaces para viajar al interior de España y contactar con Quiñones fueron dos jóvenes militantes de las JSU: Eleuterio Lobo y María del Carmen García, alias “Perpetua Rejas”.

Tras su primer contacto en Madrid con Quiñones este se hizo una pésima opinión de ellos y decidió romper todo contacto. Como” Una autentica mierda” los calificaría más tarde en una carta a la dirección comunista. Con todo no pudo impedir que contactaran con numerosos militantes madrileños y grupos dispersos fuera de Madrid. Como había previsto Quiñones apenas duraron unas semanas en la clandestinidad y tras ser detenidos cantaron como cotorras, palabras textuales de Quiñones.

Pocos días después el grupo de Lisboa fue detenido por la policía portuguesa y entregados a la policía española. Tras un Consejo de guerra sumarísimo Diéguez, Barreiro, Larrañaga, Asarta, Gago y Girabau fueron fusilados contra las tapias del Cementerio del Este. Solo Eduardo Castro Delgado salvó la vida. Trasladado al penal de Burgos murió allí en diciembre de 1947.

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RESUMEN DEL CONSEJO DE GUERRA CONTRA LOS CAMARADAS LARRAÑAGA, DIEGUEZ Y DE MAS CAMARADAS.

Enorme expectación había producido esta causa, no solamente entre la población reclusa, sino también en la calle. En la comunicación diaria, y por iniciativa de los presos, fue anunciada a todas las familias que comunicaron durante los días que se sucedieron desde la lectura de cargo -10 al 17- hasta la celebración del Consejo de Guerra.

La importancia de esta causa –pues no se trataba y la gente así lo comprendió desde un principio- de un proceso contra unas figuras más o menos relevantes de un Partido del Frente Popular, sino de un proceso en el que se juzgaba toda la política de durante y posterior a la guerra, llevada a cabo por el Partido Comunista.

Este motivo y esta interpretación justa de la finalidad que el elemento oficial perseguía de decapitar al P.C., hizo que la sala donde se celebraba el Consejo, al autorizarse la audiencia pública, se viera inmediatamente abarrotado de público. Entre los asistentes figuraban varios elementos del Cuerpo Jurídico Civil, los cuales asistían como simples espectadores.

Constitución del Tribunal.- La Constitución del Tribunal –sobre cuya composición para dar visos de legalidad-  se preguntó a los procesados (como es costumbre) si tenían algo que alegar, estaba formado en sus mayor parte por falangistas (o en su totalidad) a excepción del coronel Presidente del mismo.

Una cosa estaba bien clara para todos los que desde el principio siguieron con interés este proceso; que el veredicto estaba fallado de antemano y que ninguna razón por potente que fuera –como lo fue en efecto el no poder probar ninguno de los hechos delictivos que fueron acreedores a la petición fiscal de ocho penas de muerte- podría evitar que el asesinato se consumara.

Si se estudia con detenimiento este caso se ve, que inmediatamente de ser procesados estos compañeros, se imprime una celeridad desusada para la tramitación del expediente, realizándose este en el plazo de unos cuarenta días, ejecutándose la sentencia estaba fallado, lo prueba el hecho de que una hora antes de haberse terminado el Consejo, se mandaron preparar las celdas necesarias que habrían de convertirse en capilla para alojar a los condenados a muerte.

La intención en principio fue la de ejecutarlos a las diez horas, no habiéndolo hecho  -nos lo suponemos- porque la orden de ejecución no estaba firmada aún por el Capitán General. A los condenados se les comunicó que serían ejecutados a las 10 horas.

A continuación, y por haber sido espectadores de este acto, relatamos ajustándonos a la exposición más exacta que nuestra memoria nos permite, el desarrollo del Consejo de Guerra.

VISTA DE LA CAUSA.- Comparecen a las diez horas del día 19 de enero de 1.942, trece compañeros y tres compañeras. A ocho de los primeros en la lectura de los cargos se les pide la pena de muerte; de ellos cuatro son dobles, Larrañaga, Diéguez, Asarta y Girabau.

El fiscal interroga a Diéguez, no negando este que pertenecía al P. desde el año 32 y que fue Secretario Sindical de su Radio, que el 18 de Julio era Secretario General del P.C. de Madrid. Que al ser creada la Junta Delegada de Defensa, desempeñó el cargo de Delegado adjunto a la   Consejería de Guerra y cuyo Consejero era Mije en representación del P.C. Que poco después fue consejero al cesar Mije en su puesto y cuyo cargo continuó hasta que fue decretada su disolución por el Gobierno Central. Que es cierto que el P. C., fue el paladín de la resistencia y que fue el más consecuente colaborador del Gobierno en la organización de las Industrias de Guerra,  COORDINADOR del orden y organizador del 5º Regimiento que agrupó en su seno a 70.000 milicianos transformando este ejército de milicianos en el cual se hallaban encuadrados hombres de todas las tendencias, en un Ejército Regular que se puso a disposición del Gobierno para la defensa de la República. Que no es cierto que el P.C. fue el palanquín de enlace entre el Gobierno de la U.R.S.S. y el español, por cuanto que aquellos tenían relaciones diplomáticas establecidas. Que no es cierto que el P.C. indujese a sus miembros a cometer cualquier clase de atropellos con las personas de derechas sino al contrario el P.C. siempre condenó y puso todos los medios a su alcance para evitarlo. Que el P.C. era netamente español, y como tal defendía la República y a España. Que es cierto que él como comunista, se opuso al golpe cañadista, por entender que la posición adoptada por Casado y los que con él se unieron era una traición a la República, representada por su Gobierno legítimo que presidía Negrín. Que no es cierto que el P.C. no quisiera la paz, al contrario el P.C. era el primer defensor de una paz honrosa y digna y allí conducían los tres puntos aprobados por las Cortes en Figueras durante su última reunión. Que no es cierto que el P.C. se opusiera al golpe casadista solamente para salvar a los responsables del P.C. sino que lo hizo para impedir la entrega cobarde de todos los españoles dignos defensores de la República, al odio y la vergüenza de sus enemigos.

El fiscal lee los fundamentos de sus acusación, diciendo que los procesados Diéguez, Larrañaga y Asarta constituían el Comité directivo del P.C. en Lisboa y que los demás eran subalternos suyos. Lee con intención de demostrar que el P.C. estaba al servicio de otra potencia, un pasaje de Mundo Obrero en el que haciendo la reseña de un Pleno celebrado decía habían sido elegidos para la Presidencia de Honor entre otros Dimitrov y Ana pauker, añadiendo que el P.C. era el único Partido –que él no tenía inconveniente en proclamarlo- “que habiendo izado la bandera roja el 18 de julio, no la había aún arriado” y que utilizaba todos los medios a su alcance para combatir el actual régimen, utilizando ahora su consigna de Unión Nacional, que pretenden hacer con elementos tan dispares como católicos, monárquicos, anarquistas, socialistas, etc., es decir:  -continúa el fiscal- con todos los que creen que son enemigos del régimen nacional-sindicalista. Es necesario imponerles un castigo ejemplar pues el P.C. es el “enemigo número uno” de nosotros.

A continuación interroga a Larrañaga y este manifiesta que desde el año 26 pertenece al P.C.  Que estuvo en Moscú para asuntos propios del Partido. Que al estallar el movimiento siguiendo la línea política del P. y lo que su propia conciencia le dictaba, se puso al lado del Gobierno Republicano, único Gobierno  legítimo. Dice que en efecto, ha sido candidato al Congreso varias veces. Que ha intervenido en la propaganda oral y escrita. Que es cierto que presidió un Consejo de Guerra, en su calidad de Comisario de Guerra,  de la Junta de Defensa de Guipúzcoa, en el que se condenó a muerte a 16 jefes y oficiales profesionales del Ejército, que se habían sublevado contra la República. Que algunos de los condenados en este Consejo no los creía acreedores a aquella pena por lo que propuso su indulto por la pena de 30 años al Gobierno y que este lo denegó. Que siempre siguiendo la línea política de su P. puso todos los medios a su alcance para evitar excesos de los elementos incontrolables, que con su conducta perjudicaban a la República.

En este momento el Presidente interrumpe diciendo que los procesados no hablan de España, pues siempre citan al Gobierno republicano o a la República con gran respeto, por lo que desea que el procesado del diga que concepto tiene de la Patria.

Hay que hacer notar que la interrupción de Larrañaga es hecha con tal serenidad, mesura, prontitud y claridad en sus respuestas, que toda la sala contiene el aliento para no perder ni una sola palabra y llegado el instante de la interrupción del Presidente, aquel silencio se hizo sepulcral. Larra contestó: “Patria –señor Presidente y demás miembros del Tribunal- para los comunistas es España. Por ella dimos y damos nuestra vida, por el engrandecimiento de España luchamos antes del 18 de Julio y por liberarla de la invasión extranjera murieron los comunistas a millares en unión de todos los españoles, desde aquella fecha hasta nuestros días, y es por España, por la Patria y por el pueblo español por lo que nosotros si tenemos que morir, moriremos como han sabido morir los que nos han precedido y los que nos seguirán”.

La emoción causada por estas palabras se reflejó en las caras de los componentes del Tribunal. El Presidente titubeó y por fin dijo:”Siento y sentí una gran satisfacción escuchando al procesado, pues en sus anteriores palabras hablaba con tanto respeto de la República y de su Gobierno, que este Tribunal no comprendía el por qué no se citaba a España, pero con las manifestaciones queda bien claro que por encima de la forma de Gobierno siempre está España, sin monarquía –pausa- o bien nacional-sindicalismo o Republicana constitucional”. Estas palabras del Presidente son textuales.

 

Enero 1.942