Soy mujer y trabajadora

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SOY MUJER Y TRABAJADORA

En 1910, en la II Conferencia de Mujeres Socialistas reunidas en Copenhage, se proclamó, a propuesta de Clara Zetkin, el día 8 de Marzo como el Día Internacional de la Mujer Trabajadora; y es a ellas, a las mujeres de la clase trabajadora, a quienes queremos reivindicar en EHK.

A pesar de los años transcurridos en pro de una sociedad más justa, creemos necesario volver a resaltar el papel que las mujeres han tenido, tienen y tendrán, en la lucha emancipatoria tanto internacional como en Euskal Herria. Ya desde sus primeros pasos, la lucha de la mujer se enfrentó incluso al propio movimiento obrero que no las reconocía como sujeto activo en las actividades para la transformación social que se creían propias de hombres, hasta se llegó a afirmar que la emancipación de las mujeres era una lucha burguesa, pero las obreras que pelearon por su libertad y la de la clase trabajadora se encargaron de desmentirlo. 

Las mujeres han luchado durante siglos por mejorar sus condiciones de vida materiales, a pesar de que en muchas ocasiones han sido gravemente castigadas por romper con el rol pasivo que se esperaba de ellas. Han iniciado y participado en multitud de procesos revolucionarios: las luchas protosocialistas en la época feudal, la Revolución Francesa, la lucha por los derechos de las personas negras en los Estados Unidos, los movimientos antibelicistas, y un largo etcétera. Aun así, es indudable que las mujeres continúan sufriendo una situación de desigualdad que incluso hoy en día se está agravando: mayores tasas de desempleo, brecha salarial, techo de cristal, doble y triple jornada laboral, exclusividad de trabajos reproductivos y domésticos, precariedad, acoso laboral… Por si esto fuera poco, los trabajos que realizan las mujeres tienen una baja o nula estimación social, cuando estos trabajos, la mayor parte de las veces, son los que sustentan la vida (el trabajo doméstico y de cuidados supone entre un 25% y un 40% del PIB). En este sentido, no es casual que el Capitalismo sea especialmente violento con ellas, ya que se beneficia de este ingente trabajo precarizado, mal pagado o sin remunerar. 

La Globalización Capitalista provoca guerras, derroca gobiernos, trae pérdidas de derechos, precariedad laboral, degradación del medioambiente, condiciones de semiesclavitud en los países productores empobrecidos (como en el caso de la industria textil) y todo esto conlleva el éxodo y el tráfico de miles y miles de mujeres y niñ@s cada año (otro gran negocio para las mafias) que acaban sustituyéndonos en las labores y cuidado de nuestros familiares dependientes o siendo prostituidas en nuestras carreteras o calles. 

El patriarcado es el yugo para las mujeres y el poder para los hombres. Es necesario acabar con este mal que este sistema impone. Desde los movimientos revolucionarios debemos considerar la lucha de las mujeres trabajadoras como propia, por una cuestión de unidad de clase, de reconocimiento y de justicia social. Nunca más las mujeres deben ser ajenas a la lucha obrera y relegadas a un segundo plano. Haciendo propia la máxima del movimiento feminista “lo personal es político” debemos entender que cuando decimos lucha no nos estamos refiriendo sólo a lo colectivo, sino también a lo personal; los ámbitos doméstico, familiar y afectivo. Es por todo ello que es crucial ampliar nuestra visión de clase, y entender que los problemas de ellas son un problema de toda la sociedad, ya que los hombres pueden, y deben, hacer mucho por mejorar las condiciones de vida de sus compañeras trabajadoras.

Nombres como el de Emily Davison, Clara Zetkin, Rosa Luxemburgo, Elizabeth Cady Stanton, Mary Wollstonecraft, Aleksandra Kollontay, Nadezhda Krúpskaya, Angela Davis y tantas y tantas olvidadas, muchas de ellas revolucionarias y socialistas, consagraron su vida por los derechos de las mujeres de clase trabajadora y a las que ni siquiera se reconocen o se nombran, al contrario de lo que ocurre con sus compañeros de combate hombres.

EHK (Euskal Herriko Komunistak)