Introducción a Bakunin... (con notas sobre Herzen, Bielinski, Wagner y Netcháev)
Después de tanta guerra fría entre los diversos ismos de las izquierdas, ha llegado el momento de replantearse sectarismos pasados, y buscar los lazos de acuerdo, comenzando por Bakunin y Marx, Marx y Bakunin...
Pepe Gutiérrez-Álvarez
Ni Marx ni Bakunin habrían salido vivos de cualquier represión, la reacción mundial habría escupido por igual en sus tumbas, y sus libros habrían sido quemados por los mismos inquisidores...Parece que no hay espacio posible para atender la pluralidad de las contradicciones interrevolucionarias, y en ser de lo más común repartir atributos, Marx, autoritario, Bakunin, antiutoritario. Suma de juicios temerarios, juicios que a veces alcanzan la escala del furor, autoritario, antiautoritario, para rizar el rizo con derivas “totalitarias” o “terroristas”, agentes de tal o cual...
Dilemas excluyentes que, vistos en la perspectiva del silo XXI, después de un siglo en el que abundan las derrotas, y que Albert Camus definió como el de las “revoluciones traicionadas”, nos permite pensar que no sería para tanto, que no se puede juzgar las controversias a la manera de George Ribeill, con el título apriorístico de Socialismo autoritario (Marx), Socialismo libertario (Bakunin) (Madrágora, BCN, 1978), o como haría igualmente Michael Cranston para crear Un debate imaginario (Tusquets Cuadernos Ínfimos, Barcelona. 1976) entre ambos contendientes, y en la que, finalmente, se impone Bakunin, como si se tratara de escoger un modelo, y no de hacer posible lo imposible.
...Y sin embargo, Marx y Bakunin coincidieron en todas las barricadas posibles, compartieron numerosas concepciones, creían que la revolución era necesaria, y por supuesto, divergieron, como divergimos y divergiremos, no en vano el propio Marx divergió de su yerno marxista, Paul Lafargue, y proclamó que si lo que éste decía era marxismo, él no era marxista. Se llegó a creer que las divergencias eran culpable de algo, cuando las divergencia forman parte de las personalidades ricas y complejas, de la propia naturaleza de los hechos, y sobre todo si habamos de crisis sociales, de una revolución, la revolución, que al final se ha mostrado mucho más dura y esquiva de lo previsto entre otras cosas porque la burguesía ha sido mucho más brutal que la antigua aristocracia, y entre otras cosas también porque el campo de la revolución estuvo divido, y muchas veces por las palabras cuando, en los hechos, unos marxistas coincidían más con los anarquistas que con otros marxistas y viceversa.
Es pues cuestión de hablar de Mijhail Bakunin (Premukbino, Tver, 1814-Berna, 1876), como uno de los mayores revolucionarios de todos los tiempos, alguien al que tenemos que conocer lo mejor posible para considerar esto o lo otro, que cada uno tiene su escuela, su alcance y limitaciones, y su libertad.
Fue, es, una de las figuras más legendarias y apasionantes de la historia del socialismo y de la historia universal, fue uno de los grandes revolucionarios del siglo XIX y uno de los más consecuentes representantes del romanticismo político. Militante profesional y convulsivo más que teórico --su obra carece de coherencia, continuidad y rigor--, recorrió impetuosamente Europa en lucha permanente contra el orden establecido. Apasionado defensor de la libertad como condición previa para el socialismo, ha sido presentado como la víctima calumniada y la contrafigura de Marx al que admiró y combatió en la AIT facilitando el primer gran cisma de la historia internacional del movimiento obrero.
Vino al mundo en una familia de terratenientes liberales. Tercero de los nueve hijos del matrimonio, heredó de su padre un espíritu indomable, una gran fortaleza física y una gran curiosidad intelectual. Para seguir la tradición familiar, su padre elige la carrera militar para él y a los 15 años ingresa en la Escuela de Artillería de San Petersburgo. Ascendido a oficial tres años más tarde, la rebeldía le impidió seguir por este camino. Cuando contempla la represión de los polacos se rebela y la influencia de la familia impide que sea juzgado como desertor.
Tenía 19 años cuando fue trasladado a un alejado regimiento de Lituania donde descubrirá que el "hombre está echo para vivir en sociedad. Un círculo de relaciones y de amigos que le comprendan y que compartan sus alegrías y sus penas es indispensable para él...". De nuevo en su casa, se niega a reingresar en la milicia y, en 1835, se marcha a Moscú donde con el falso título de "profesor de matemáticas" vivirá una vida bohemia hasta que, en la Universidad, entra en relación con dos intelectuales inconformistas que serán, con el tiempo dos de sus más fieles amigos: Herzen y Ogarev (1). En este período, Bakunin será influenciado por diferentes pensadores como Saint Simon y Fichte, hasta que descubrirá a Hegel. También traba amistad con Belinski (2). En 1840 se traslada a Berlín y estudia durante año y medio filosofía, viviendo una alegre bohemia. Al principio se mantiene fiel a Hegel en su interpretación izquierdista. En uno de sus artículos de la época (La reacción en Alemania), escribe: "Confiemos pues, en el espíritu eterno, que no destruye y no aniquila porque es la fuente insondable y eternamente creadora de toda vida. El deseo de destrucción es al mismo tiempo un desea creador".
La lectura de este trabajo causó una gran conmoción en su país, y comienza su vida de perseguido. Después de pasar por Suiza y Bélgica huyendo, desemboca en París, la capital de las ideas revolucionarias. Socialista "instintivo". Bakunin recibe la influencia del babouvismo y conoce a Marx ("Nunca hubo una franca intimidad entre nosotros dos; nuestros temperamentos no lo permitirían. Me llamaba idealista sentimental y tenía razón; yo le llamaba vano, pérfido y astuto, y yo también tenía razón"). Su descubrimiento intelectual será Proudhom, del que dirá años más tarde, que "a pesar de todos los esfuerzos que ha hecha para sacudirse de las tradiciones del idealismo clásico, no por ello dejó de ser toda su vida un idealista incorregible, inspirándose, como le dije dos meses antes de su muerte, ya en la Biblia, ya en el Derecho Romano y metafísico hasta el extremo. Su gran desgracia está en no haber estudiado jamás las ciencias materiales y en no haberse apropiado de su método. Ha tenido instinto de genio que le hicieron entrever lo justo, pero, volvió a caer siempre en los viejos errores, lo. cual hizo que Proudhom haya sido la contradicción perpetua, un genio vigoroso, un pensador revolucionario que se debatió siempre contra los fantasmas del idealismo y no ha llegado jamás a vencerlos".
Bakunin intervino activamente en la revolución de febrero de 1848 en París. Escribe que nunca había visto "tan noble abnegación, tan emocionante sentido del honor, tan natural delicadeza en la conducta, tan amistosa jovialidad, unido todo ello en tanto heroísmo, como en aquellos trabajadores incultos". En abril, se encuentra en las barricadas de Berlín, donde proclamará: "Nuestro estado de ánimo era tal, que sí alguien nos hubiese anunciado que Dios había sido expulsado del cielo y proclamado la República allí arriba´, le hubiéramos creído a pies juntillas y a ninguno le hubiera sorprendido tan fabulosa noticia". En la lucha se relaciona con los conspiradores que preparan la insurrección polaca. De mayo a junio, se haya en Praga asistiendo al Congreso paneslavo, representando en su seno la democracia extrema. Cree que "la nueva vida --de los pueblos eslavos-- debía de estar basada en los tres principios: igualdad para "todos, libertad para todas y amor fraterno entre todos", y que, "la nueva política no habrá de ser una política estatal, sino una política del pueblo, de los individuos libres e individuos libres e independientes".
En esta época. Bakunin hace su famoso Llamamiento a los eslavos, del que Carr hace la siguiente síntesis: Primero: la burguesía se había revelado como una fuerza contrarrevolucionaria, por lo que en adelante había que cifrar las esperanzas en la clase trabajadora. Segundo: la condición fundamental de la revolución era la destrucción del Imperio austriaco y la subsiguiente instauración en la Europa central y oriental de una federación de repúblicas eslavas libres. Tercero: el campesinado y particularmente el campesinado ruso, estaba llamado a ser la fuerza decisiva que determinaría el éxito final de la revolución".
Ya en 1849, interviene en la revolución de mayo en Dresde, junto con el músico Richard Wagner (3), siendo apresado cuando el movimiento empezó a declinar. Este será el "último acto" de la "primavera de los pueblos", y después vendrá un profundo reflujo. Bakunin, en manos de la policía austriaca, es, a instancias del gobierno zarista, expatriado a Rusia y encerrado en las mazmorras a. Pedro y Pablo donde muchos revolucionarios antes y después de él se pudrieron en las más abyectas condiciones. El mismo contará que se repetía una versión del mito de Prometeo, en la que el titán bienhechor de los hambres estaba atado por orden del Zar en una roca del Cáucaso. Poco a poco vio decrecer su extraordinaria vitalidad y desesperó. A los apremios de su madre, el Zar responde que nunca conocerá la libertad en vida y las amnistías pasan una tras otras. Entonces aparece la petición de clemencia en forma de una "confesión" de arrepentimiento.
Para Bakunin (que se niega a informar sobre sus colaboradores), se trata de una posibilidad de escapar, y no duda en que el medio, aunque íntimamente le pueda parecer humillante, está justificado. Posteriormente, en medio de la lucha política, algunos adversarios se le echarán en cara innoblemente porque se trataba de un ejercicio posibilista para sobrevivir y continuar su lucha. A pesar de sus rogativas, el Zar no ve arrepentimiento alguno y se niega. Su sucesor no será menos inflexible, pero la insistente presión de su familia consigue, finalmente, que Bakunin sea deportado a la Siberia bajo la responsabilidad de un militar pariente suyo. Allí podrá respirar de nuevo cuando sé encontraba al final de sus fuerzas.
En el destierro se prenda de la hija de unos humildes polacos que alterna y se casa con ella. Su nombre era Antonia Kviatkuska y será la única mujer con la Bakunin compartirá sus avatares. Se fuga en 1861 y recorre un periplo que va desde Siberia al Japón, y desde allí hasta Norteamérica hasta aparecer en 1862 en la mansión de Herzen en Londres. Inicia entonces una nueva etapa de su lucha política que le lleva, primero a romper con el nacionalismo democrático eslavo y, después, con la democracia pequeño burguesa socializante. En un primer momento trabaja con Herzen y Ogarev en la redacción de La campana, pero busca nuevos caminos.
En enero de 1863 estalla la insurrección polaca y Bakunin se pone a su servicio. Entre en contradicción con la moderación del Comité Nacional patriota y establece relaciones con el general Mieroslawsky. El movimiento fracasa, y Bakunin atribuye la responsabilidad a la aristocracia. En 1864 se instala en Italia y conecta con la extrema izquierda de este país. Su sueño entonces es formar una "sociedad secreta internacional socialista y revolucionaria" y trata de hacer un trabajo de captación en el seno de la masonería. En 1866 redacta el Catecismo revolucionario en el que la influencia anarquista es ya clara. En sus frases finales se puede leer: "Los objetivos de la revolución democrático social pueden definirse en pocas palabras: políticamente, la abolición del derecho histórico, del derecho de conquista y del derecho diplomático, la emancipación total de los individuos y las asociaciones del yugo de la autoridad divina y humana. La destrucción absoluta de todas las uniones y aglomeraciones forzadas de las comunas en las provincias, y de las provincias y países conquistados en el Estado...”
Finalmente, la disolución radical del Estado centralista, tutelar, autoritario, con todas sus instituciones militares, burocráticas, gubernamentales, administrativas, judiciales y civiles. En una palabra, la devolución de la libertad a todo el mundo, a los individuos y a las corporaciones colectivas, asociaciones, comunas, provincias, regiones y naciones y la garantía mutua de esta libertad a través de la federación". Durante cierto tiempo trata de ganar a la Liga de la Paz y la Libertad (en la que se encuentran personalidades como Víctor Hugo, Herzen, Stuart Mill, Garibaldi), y en su primera alocución brinda por ella porque mediante "la aplicación y desarrollo de sus principios y, de la hermandad de los republicanos dispersos en todo el mundo, precipitaran la instauración de la verdadera democracia por medio del federalismo, del socialismo, del ateísmo", pero resulta evidente que estos deseos chocan con la democracia pequeño burguesa que anima el grupo.
Bakunin conseguirá sin embargo atraer a determinados miembros de la Liga (Reclús, Rey, Keller, Fanelli), y formar un nuevo grupo, la Alianza Socialista y Democrática, que se delimita de las demás corrientes socialistas por su total oposición al Estado y a la Iglesia: "La Alianza se declara atea; quiere la abolición de los cultos, la sustitución de la fe por la ciencia y de la justicia divina por la justicia humana. la Alianza quiere ante todo la abolición completa y definitiva de las clases y la igualdad económica y social de los individuos de ambos sexos. Para llegar a este objeto, quiere la abolición de la propiedad individual y del derecho a heredar (...) Enemiga de todo despotismo, no reconoce ninguna forma de Estado, y rechaza toda acción revolucionaria que no tenga por objeto inmediato y directo el triunfo de la causa de los trabajadores con el capital; pues quiere que todos los Estados políticos y autoritarios actualmente existentes se reduzcan a simples funciones administrativas de los servicios públicos en sus países respectivos, estableciéndose la unión universal de las libres asociaciones, tanto agrícolas como industriales".
La Alianza se concibe como una fracción organizada en el seno de la AIT. Buscaría sus militantes entre "los miembros más sinceramente consagrados a la causa y a los principios de la Internacional". Su misión será "la preparación de propagandistas, apóstoles y; finalmente organizadores", y los prepararía para que "ingresaran en masa en la Internacional, al tiempo que continuaran manteniendo la más estrecha ligazón entre ellos difundiendo la Alianza de los socialrevolucionarios bajo la forma de sociedades secretas", las que tendrán como doble misión "ante todo será el alma inspiradora vivificante en este inmenso cuerpo que se llama AIT, en Italia como en otras partes, y en segundo lugar, se ocuparán de las cuestiones imposibles de considerar públicamente".
El propio Guillaume definiría a la Alianza como " el tipo clásico de sociedad secreta en la que uno tenía que obedecer órdenes emitidas desde arriba”. Un capítulo ilustrador de las concepciones organizativas conspirativas de Bakunin es el que le relaciona con el siniestro Natchaev. Basándose en sus propios sueños, Bakunin llegó a acoger con entusiasmo confiando en que el joven conspirador pudiera crear una sección de su Internacional en su propio país. Por su nobleza, Bakunin era de una naturaleza completamente opuesta a la de Natchaev (4); el capítulo no revela más que su ingenuidad y su proclividad en confundir los sueños con la realidad. Antes de ingresar en la AIT, Bakunin se proclama como amigo y discípulo de Marx, aunque en su correspondencia con Herzen explica que su objetiva es desbancarlo.
Dentro de la AIT, Bakunin tratará progresivamente de derrotar a Marx desde un doble ángulo, el organizativo oponiendo a la "dictadura" del Consejo General sus concepciones sobre la libre federación, y en el político contraponiendo la libertad y la espontaneidad de las masas contra los conceptos de la dictadura revolucionaria y el partido político de la clase obrera. La lucha será dura y difícil, y las diferencias políticas se confundirán con las intrigas y las incriminaciones personales. La victoria de Marx será una pírrica porque significará el fin de la AIT y, en un primer momento, el triunfo transitorio de Bakunin para capitalizar a los descontentos en un proyecto de una nueva Internacional federalista y antiautoritaria que, en el Congreso de Saint Imier proclama sus principies: "...1º Que la destrucción de todo poder político es el primer deber del proletariado. 2º Que toda organización de un poder político pretendido provisional y revolucionario para traer esa destrucción no puede ser más que un engaño y sería tan peligroso para el proletariado como todos los gobiernos que existen hoy. 3º Que, rechazando todo compromiso para llegar a la realización de la Revolución Social, los proletarios de todos los países deben establecer, fuera de toda política burguesa la solidaridad de la acción revolucionaria..."
Durante la guerra franco-prusiana, Bakunin toma parte en el Comité de Salvación Nacional de Lyon donde prepara la toma insurreccional del municipio, pero fracasa y debe huir. Se refugia en Italia donde sigue luchando, hasta. que tras insurreccional de Bolonia de 1874, tiene que huir, esta vez a Suiza, donde fallecerá un poco más tarde.
El conocido historiador inglés E.H. Carr es el autor de dos trabajos biográficos sobre Bakunin: Los exiliados románticos (Anagrama, BCN, 1976), y Bakunin (Grijalbo, Col. Gandesa, Madrid, 1974), que sería duramente denostada por diversos autores anarquistas. Otras biografías son las de E. Kaminsky, Bakunin. La vie de un revolutionnaire (Belibaste, París, 1971); la de Helene Iswolsky, La vida de Bakunin (Ulises, Madrid, 193l); Viatxeslav Polonski (Atena, BCN, 1935, tr. de Andreu Nin); James Guillaume (Alcón, Madrid, 1968); la breve de C.L. Cortezo (Zero, Madrid, 1967).Sam Dolgoff ha hecho una selección de sus escritos, La anarquía según Bakunin, que cuenta con una introducción biográfica de Guillaume (Tusquets, BCN. 1977). Dos editoriales (La Piqueta y Júcar) emprendieron hace años la edición de sus Obras traducidas por Abad de Santillán con notas introducidas de Max Nettlau, autor de Mijhail Bakunin, la Internacional y la Alianza (La Piqueta, Madrid, 1977).
Alianza publicó sus Escritos de filosofía política, en dos partes, l. Crítica de la sociedad, 2. El anarquismo y sus tácticas. Sobre sus obras sueltas podemos anotar: Confesión al Zar y otros escritos (Labor, BCN), Tácticas revolucionarias, La libertad, Consideraciones filosóficas, Federalismo, socialismo antiteologismo (todas en Anatema, Madrid), Dios y el Estado (ha sido reeditada por El Viejo Topo, BCN, 1995, con prólogo de Jordi Dauder), Cartas contra el patriotismo de la burguesía (ambas en Júcar, Madrid), El sistema del anarquismo (Proyección, Buenos Aires), etcétera, etcétera...
Notas
---1) Alexandr I. Herzen, filósofo, economista y novelista ruso, muy influyente en la tradición populista (Moscú, 1812-París,1867).. En un famoso discurso ante su tumba, Lenin dijo sobre el origen de Herzen que «pertenecía a la generación de revolucionarios de la nobleza terrateniente de la primera mitad del siglo pasado. La nobleza ha dado a Rusia los Biron y Arakchéiev, un sinnúmero de oficiales borrachos, de camorristas, de jugadores de naipes, de héroes de feria, de perreros, de espadachines, de verdugos, de dueños de serrallo y de almibarados Manílov» «y entre ellos -escribía Herzen-, se formaron los hombres del 14 de diciembre --los decembristas--, una falange de héroes, criados, como Rómulo y Remo, con leche de fiera... Fueron como héroes de leyenda, forjados de limpio acero de los pies a la cabeza, guerreros de una causa noble, de una muerte segura, para despertar a una nueva vida a la generación joven, y purificar a los niños nacidos en un ambiente en donde imperaban los verdugos y el servilismo.»
Puente entre los decembristas y las generaciones que protagonizaron la revolución rusa, Herzen, hijo de un noble volteriano cuya herencia le sería arrebatada como represalia por el poder zarista para serle devuelta gracias a la intervención de Jacobo Rothschild que la puso a su nombre y el de una alemana reaccionaria. A los trece años asiste a la ejecución de los decembristas y jura, junto con su eterno amigo Ogarev, «dedicar su vida a vengar a los ejecutados, y luchar contra la corona, los patíbulos y los cañones». Juramento que cumplió al pie de la letra. Estudiante de ciencia naturales, físicas y matemáticas en la Universidad de Moscú, entra inmediatamente en contacto con los círculos rebeldes que bebían en las fuentes de la filosofía alemana y del radical-socialismo francés. Fue Hegel entre todos los autores que estudió --Saint-Simon, Schiller, Goethe, Feuerbach, etc.-, el que le causó una mayor impresión. Del pensamiento de Hegel dijo que era «el álgebra de la revolución».
El clima inquisitorial del zarismo le llevó a emigrar en 1847 a Europa, París, ciudad que comparó con la Meca y con Jerusalén, y que para él encarnaba todas las virtudes de la civilización democrática. Pero pronto tuvo tiempo de comprobar más directamente la realidad que escondían sus sueños liberales. El año 1848 marcó una línea divisoria en la vida de Herzen. El miedo a la libertad -así lo interpretó- de la burguesía, que después de aliarse con la clase obrera retrocedía y utilizaba contra ella la mano de hierro de Cavaignac, le llevó a abandonar toda su fe en las instituciones democráticas occidentales. Por ello escribió: «La última palabra de la civilización es revolución».
De esta rectificación de Herzen, dice Lenin: «La bancarrota moral de Herzen, su profundo escepticismo y pesimismo después de 1848, era la degradación de las ilusiones burguesas en el socialismo. El drama moral de Herzen fue fruto y reflejo de una época histórico-universal, en que el revolucionarismo de la democracia burguesa moría ya (en Europa), mientras que el revolucionarismo del proletariado socialista aún no estaba maduro». Dedicó su esfuerzo central cara a Rusia y a tal efecto creó Kolokol (La Campana), que duró diez años (1857-67), y que se convirtió en el órgano de expresión de la democracia rusa, sirviendo como plataforma a los mejores escritores de su época y como instrumento de organización y denuncia. Su eco llegó hasta el trono de Alejandro II y limitó en no pocas ocasiones muchas injusticias. En esta revista explicó Herzen sus críticas a las democracias burguesas y sus ideas sobre la política interior rusa -consideradas justamente como posibilistas, ya que esperaba una posición reformadora desde la corona- y el socialismo que pensaba, precediendo con ello a la corriente populista, debía de evitar los grandes trastornos de la revolución industrial y apoyarse en las comunas campesinas a las que idealizó totalmente. En estas últimas concepciones unía posiciones occidentalistas -Herzen siempre un amante apasionado de la cultura europea-, con un cierto mesianismo que situaba en Rusia el paso decisivo para una nueva humanidad.
Lleno de contradicciones, Herzen mantuvo siempre -a pesar de su moderación y sus ilusiones- una posición clara y honesta ante los acontecimientos. Cuando Chernishevsky fue detenido clamó contra «La pandilla de bandidos y canallas que nos gobiernan», denunció la entrega simbólica que hizo Turguenev de dos monedas de oro para los soldados heridos por sofocar la rebelión polaca. Demócrata e internacionalista, apoyó incondicionalmente la causa de una Polonia libre. Sus diferencias con su amigo Bakunin fueron tácticas, mientras éste, según la propia imagen de Herzen, confundía el noveno mes del embarazo de la revolución con el sexto, Herzen no veía el parto más que en un horizonte muy lejano... Sobre su polémica con Bakunin --efectuada en sus Cartas a un viejo camarada--, Lenin dice en el mismo discurso: «Bien es verdad que Herzen repitió allí las viejas frases democrático-burguesas respecto a que el socialismo debe desplegar una propaganda igualmente dirigida al trabajador y al patrono, al labrador y al pequeño burgués. y sin embargo, al romper con Bakunin, Herzen no volvió los ojos hacia el liberalismo, sino hacia la Internacional». Murió en 1867, y en la actualidad su vida y su obra vuelve a atraer la atención tanto en Rusia como en Occidente.
Aparte de una biografía de Herzen reaccionaria y olvidable de Indro Montanelli (subtitulada en España Vida equivocada de un expatriado), es imprescindible la lectura de Románticos en el exilio: Herzen, Bakunin v Ogarev (de E. H. Carr (Anagrama, Barcelona). Existen dos obras suyas publicadas: Cartas sobre el estudio de la naturaleza, introducción de Alberto Miguez (Ciencia- Nueva, Madrid, 1968) y El desarrollo de las ideas revolucionarias en Rusia, que comprende algunos de sus mejores escritos. Es una edición de Franco Venturi, uno de los especialistas más notables sobre la Rusia del siglo XIX (Siglo XXI Madrid, 1980). Emilio Castelar le dedicó una sus Semblanzas contemporáneas.
---2) Vissarion Griegorievich Bielinsky, famoso crítico literario ruso y filósofo, hegeliano de izquierdas y materialista determinista en el sentido de Feuerbach, fue amigo de Bakunin aunque mantuvo notables diferencias con éste (Svearborg, cerca de Hesilngfords, act. Suomenlinna, en la isla de Suisaari, 1811-San Petersburgo, 1848).. Destacó sobre todo por su oposición radical al zarismo y demostró una profunda preocupación por la «cuestión social». Se dio a conocer con artículos de crítica literaria publicados en los Anales de la Patria (1839-1846), y en El contemporáneo (1846-1848). Tuvo que escribir bajo unas condiciones de censura especialmente duras, pero pudo traslucir su ímpetu (le llamaron el "furioso Vissarion"), sobre todo en su última etapa, así como un contenido socialista o cuanto menos socializante, y en portavoz del occidentalismo progresista.
Bielinsky sostuvo que la literatura y el arte no podían ser indiferentes a la cuestión social, aunque no llegó a los extremos utilitaristas de Chernishevsky, ni es justo atribuirle un padrinazgo de lo que luego se llamaría «realismo socialista» en la URSS de Stalin. Según Cole, Belinsky era: «Un revolucionario demócrata, que admiraba el radicalismo occidental, y esperaba que el desarrollo de la industria y de una clase media industrial librase a Rusia de la barbarie y crease las condiciones para un levantamiento popular. Por haber adoptado esta dirección, los marxistas rusos han podido elaborar una leyenda acerca de él y atribuirle ideas que nunca tuvo". Pero, lo que está claro es que su influencia fue incalculable. No solamente reaccionó con gran sensibilidad ante todo los acontecimientos literarios de la época, sino que dio en sus artículos una visión retrospectiva y un análisis de la literatura rusa que marcó un antes y un después en la crítica literaria.
---3) Richard Wagner célebre compositor (Leipzig, 1813-Venecia, 1883). Vivió intensamente los acontecimientos revolucionarios alemanes de 1848 en la ciudad de Dresden, donde era entonces director de orquesta de la ópera. Aunque sus ideas políticas están lejos de ser coherentes, lo cierto es que en sus primeras partituras, en especial en Lohemgrin, se distinguen los trazos de Feuerbach, Stirner, Proudhom y los «verdaderos socialistas». También en Los nibelungos, obra en la que presenta como fondo una humanidad liberada del egoísmo económico, el héroe Sigfrido aparece como un redentor socialista venido al mundo para acabar con el reino del capital. En un ensayo, La revolución (1848), afirmó que quería «destruir un estado de cosas que separa el goce del trabajo, que hace del trabajo una carga, del goce un vicio y que convierte la humanidad en miserable por la penuria de unos y la opulencia de otros". En el exilio suizo escribió El arte y la revolución (1849) y La obra de arte del porvenir (1850), dedicada a Feuerbach, y otros textos donde muestra la influencia del humanismo feuerbachiano, al pretender combatir la alineación y restablecer la verdadera naturaleza en toda su integridad. Su evolución ulterior le llevará hacia horizontes muy diferentes, hasta el punto de que, con la complicidad de sus herederos, su obra acabaría siendo identificada abusivamente como precursora del nazismo con el que se identificaron algunos de sus familiares más directos.
---4) Serguéi Netcháev, radical extremista ruso convertido en un arquetipo de revolucionario sin escrúpulos para el imaginario político la reacción (1847-1882). Conocido sobre todo por sus relaciones con Bakunin y el lugar que estas relaciones tuvieran en el conflicto de éste con Marx. Era hijo de un obrero, fue maestro Había sido el fundador de la organización revolucionaria, ultracentralizada, La Venganza Popular (1869), que tenía como objeto acelerar la destrucción de la autarquía zarista, y atribuyéndose datos falsos y mitificadores, como que era el representante de la AIT y miembro de un Comité Revolucionario de toda Rusia. Pudo engañar a Bakunin que le otorgó un distintivo especial con la inscripción en la inexistente Alianza Revolucionaria Europea-Comité Central.
Netchaev escribió un Catecismo Revolucionario, en el que recomendaba poner en pie métodos de lucha brutalmente despiadados e inmorales. Según Netcháev, el revolucionario debía de despreciar y odiar toda la ética social existente, lo justificaba todo en aras de un triunfo, consideraba inmoral cualquier obstáculo. Estos principios los aplicó en el caso de Iván Ivanov, miembro de la organización creada por Netcháev. Ivanov protestó contra los métodos de su jefe, fue sentenciado y asesinado. El hecho fue utilizado por la propaganda zarista (y por Dostoievski en El poseído, y más recientemente por un "arrepentido" Jorge Semprún en su novela Netcháev vuelve), para desprestigiar el movimiento revolucionario clandestino. La imagen de Netcháev fue un grave problema para Bakunin y es justo decir que creó una leyenda de revolucionario sin escrúpulos que sería ampliamente utilizada por la derecha para tratar las biografías de Lenin, Fidel Castro, y cualquier otro en la literatura, el cine y la TV. Para la juventud revolucionaria rusa, la cuestión de Netcháev, fue un tremendo golpe desmoralizador y contribuyó al rechazo generalizado de las conspiraciones de tipo blanquista. Confino (Michael), Violence dans la violence (Le debat Netchaev-Bakunine), Maspero, París, 1974.